
El mayor error número 4
Cuando éramos niños creciendo en la escuela, todos sabíamos quiénes eran los líderes. Ellos eran los mejores atletas, tenían las mejores personalidades, y sí, eran los más atractivos. Todos, incluidos nosotros, los seguimos. Hicieron que el liderazgo pareciera fácil y genial.